miércoles, 25 de junio de 2014

Trabajos de Ubrique por el mundo

Como viene saliendo con motivo de la toma de poder del nuevo Rey, que la Reina llevaba una cartera de Ubrique, concretamente de mis vecinos, y sin embargo amigos, de la firma Carla Sade, me complace de escribir para dar a conocer estos dos momentos en que Ubrique tambien tuvo su aportación.
Seguramente habrá otros y sería muy conveniente que se dieran a conocer, para confeccionar un archivo de trabajos "significativos". No solo por curiosidad sino también para otros usos, por ejemplo: publicidad del sector piel.
A mediados de la primera década de este siglo, con motivo de la venida del Papa Juan Pablo II a Valencia yo trabajaba en una pequeña comercializadora (Demelza Piel), como la crisis ya estaba dejando ver las orejas, el dueño de la empresa recurrió, a un viejo conocido que al parecer era socialista, de los que mandaban, por Valencia y le hizo unos pedidos bastante grandes, entre ellos le pidió que le forráramos dos cajas de piel blanca, una era una simple caja, con tapa, con un forro y teniamos que ponerles un dispositivo para que cuando se les entragra las llaves de la ciudad, no se callera la llavecita de marras.
Como no existe unos herrajes propios para estas cajas, hubo que ponerle para sujetar la llave el clic que se pone sobre la pared para colgar la escoba, con los forros sueltos, menos por los bordes, quedaba muy bien.
                      La otra más compleja era una especie de hornacina con puertas que debajo había dos escalones por alredeedor y dentro de la ornacina llevaría una virgen de Valencia.

La piel blanca, que nos enviaron, y no podía ser otra(?) resultó ser una porquería, que se manchaba solo con mirarla y si intentabas limpiarlas lo que conseguías era que se le caía la pintura, además de ser muy porosa y absorvente.

Despues de hechas estaban bonitas, pero pieza que se manchaba había que cortarla y volverla a poner. Según nos dijeron los regalos del papa los llevaban a los museos Vaticanos, así que por allí andaran los trabajos hechos si no los tocaron manos sucias.
Como yo era patronista, modelista y a veces diseñador y solo estábamos el dueño y yo, pues me tocó a mí hacerlo.

Años antes estando con mi primo Pepe Salas, teniamos que hacer uan cartera con cinco fuelles para la ministra de Aznar, Loyola de Palacio y esta vez nos mandaron la cerradura, en mala hora, nunca había visto una tan complicada. El día que había que mandarla ya solo le quedaba ponerle la cerradura y ese día de los tres oficiales que habiamos, incluyendo el dueño que le gustana poner dichas cerraduras, pues ese día solo estaba yo, con lo cual a mí me tocó ponerla.
Los dibujos los he hecho a mano alzada por no disponer de fotos, ya que los trabajos, aunque los hice, no eran mios y ambas empresas ya no existen. Estos modelos se los fabricabamos a Olympo.

La cerradura tenía los agujeros de la parte de arriba más cerca del borde que los de abajo, con lo cual había que hacerle el agujero en diagonal, para atornillarlos, pero ¿Cómo calcularlo?, si me pasaba y no lo cubria la cerradura habría que desmontar el plato y la solapa y hacerlas nueva, a todo esto yo con un fuerte dolor de cabeza, fue un tiempo que tuve jaquecas muy frecuentes y fuertes. 
La solapa me dió lo que se dice una mañana de perros, de las que tuve pocas por ser un oficio que me encantaba, pese a todo, pero de haberla podido cambiar de cerradura lo hubiera hecho. 

Cuando veía a Dª Loyola, con la cartera negra y abultada en la mano, me ponía los pocos pelos de punta.

lunes, 16 de junio de 2014

Los burritos de Jerez

Hace algún tiempo conocí un lugar de Jerez, a penas a menos de 10 minutos del centro, andando y en lugar privilegiado. Había una pequeña manada de unos treinta y tantos burros, con pelajes principalmente grises y negros con algunas manchas también marrones claras. Hoy pasado un tiempo desde que los vi por primera vez, hay otros pelajes más comunes con los burros que conocí de mi tío, cuando era calero.
La parcela tiene unos 150 metros de largo y el ancho varía de unos 20 metros a otras partes que pueden tener unos 60, es irregular y además de la pradera que tiene, tiene también cerrados donde hay algunos sementales, más las cuadras que alguna queda justo a la espalda del chalet, al parecer del dueño de ambas cosas
Me pareció un tanto sorprendente que rodeados de barriadas, frente al Estadio de Chapín y con un gran chalet dentro del recinto
Me interesé en primer lugar por haber tenido bastante contacto con estos animales, cuando era pequeño y no haber visto nunca este pelaje tan raro para mí.
En segundo lugar mi curiosidad por saber y con la intuición que podía haber una historia interesante detrás de este “hallazgo”.
Al fondo se ven las chimeneas de la Fabrica de Vidrio, lindando con Renfe
Esto se remonta, según me informan, a la alcaldía del “insigne” Pedro Pacheco, que amparado en las leyes del momento, exigía una parte de los terrenos urbanos para equipamiento social, cuando fui concejal era un 10%, no se si después variaron el porcentaje..
Ese terreno era de unos de los dueños de bodegas, creo recordar que era el Sr. Caballero, el de ponche Caballero. Al parecer llegó a un acuerdo con el alcalde y dedicaría una cierta cantidad de terreno a hacer unas viviendas unifamiliares tipo inglés. Las hizo y fueron ocupada.
Tiempo después volvió a la carga el alcalde exigiendo más terrenos, no se si a cuento de no haber suficiente metros dedicados a la social, o por otras cuestiones, lo cierto es que volvió a hacer más vivienda y se aplacó la cuestión.
Pero como no hay dos sin tres, de nuevo la burra al trigo y al parecer este propietario, posiblemente harto de las peticiones municipales, buscó una manada de burros de una especie en peligro de extinción y ahí paro las peticiones.
Al parecer cuando se trata de animales de especies precarias tienen todas las protecciones del mundo, desde entonces se encuentra este anacronismo de una manada de burros dentro del perímetro del casco urbano, con sus olores, rebuznos y moscas que les acompañan.
Espero que no cunda el ejemplo sino nos veremos abocados a convivir con otras especies, en plena urbe, porque son innumerables las que están en peligro de extinción, gracias a la acción o necedad de la especie humana.