viernes, 26 de noviembre de 2010

El Cine en Ubrique

 Desde  pequeño tuve la suerte de que  mi padre fuera un cinéfilo a tope, solía llevarme con frecuencia al cine. En invierno solo los domingos, en familia después del partido de futbol, y en verano durante muchos años, todas las noches, por supuesto cines al descubierto y por esto solo había una sesión por día. En invierno dos sesiones.
Antes de entrar había que proveerse de un buen cartucho de pipas, o una "embozá",equivalente a la mano llena o un bolsillo repleto. Entonces eran a granel y te las daban a ojo de buen cubero. Y tambien unos caramelos para quitarse la sed, de la sal  sin medida de las pipas.No debería ser mal negocio cuando había tres o cuatro puestos de venta de chucherías en la puerta de los cines.
Otra cuestión era la obtención de las entradas haciendo una larga cola a prueba de paciencia, porque casi siempre venía el carota que se colaba delante de tus narices, sino se las pedía a algun conocido por señas, lo cual daba para comenzar una discusión, que era muy frecuente que sucediera.

 Los niños solían ponernos por delante que había que tenderse en la butaca para ver, salvo cuando te llevaban los padres, que si querías te sentabas con ellos, y en el Salón Siglo XX nos subíamos al gallinero, donde también estábamos los más pequeños del lugar y cuando salía Él para salvar a Ella -entiéndase el protagonista y la protagonista- nos rompíamos las manos en aplausos.
Mas adelante en el tiempo cuando las severas costumbres  del regimen castrenses se iban relajando, los niños ya no se sentaban  en las ultimas filas, estas eran para los novios que se instalaban en ella para besarse y hacer juegos de mano que todavía no eran muy bien vistos en público. Por esto se le puso la "fila de los mancos.
A mi me gustaba desde pequeño ir al Salón Siglo XX porque todas sus paredes estaban decoradas con grecas, y recuadros que enmarcaban a copias de cuadros famosos y todo el techo tambien con numeroso motivos pintados, del que nunca se me olvida los Cuernos de la Abundancia, desparramando frutas por doquier.
Pero lo primero, por ley, que obligaba bajo multa, la propaganda del régimen (el NODO) de don Francisco, “un fresco general procedente de las costas gallegas” que  así lo definió Don Álvaro de la Iglesia, en su revista la Codorniz, de sátira política encubierta.
Y durante bastante tiempo a continuación en el Siglo XX pasaban unos cortos del oeste de unos actores que jamás los volvía ver. Al principal le llamábamos Bob Tele y un anciano que le pusimos “el viejecito de las ideas”, porque siempre se le ocurría algo para salvar las situaciones adversas.
Estoy hablando de cuando el héroe no era el más canalla y el que más mataba, sino al contrario, era la persona justa, defensora de los débiles y de las causas perdidas. Y con el tiempo creo que esto es una de las grandes cosas que me trasmitió el cine y los tebeos.
Contábamos con tres cines de verano y tres de invierno, para un pueblo de unos 12.000habitantes.
Y después de acabar el lote de películas comenzaron a poner dibujos animados, sobre todo Tom y Jerry y esto se extendió en todos los cines. Y allí estaba todo el salón riendo a mandíbula batiente con las travesuras del gato y el ratón.

Los salones  de invierno eran: Salón Siglo XX, de Diego Yuste, en la calle San Francisco. En la casa de los Yustes.
 Cine Cristina, de Manolo Naranjo, en Los Callejones, donde ahora está Cajasol
Y Cine Capitol, de Manolo Coronil Aragón, en la calle San Sebastian, hoy  Ingeniero Romero Carrasco, siguiendo allí.
Y los de verano: Cine Alcazar, en Los Callejones, frente a la Avda. España, aun allí. Pertenecía a Diego Yuste.
Cine Avenida, de Manolo Naranjo, en Los Callejones, donde está Unicaja.
Y Andalucía Cinema de Manuel Coronil en la Avda. España, que ahora sirve de garaje frente a Piel Coronel.
El hecho de tener tres cines de verano y tres de invierno, dio pie a una gran competencia que derivó a que Manolo Naranjo -que no era ni me agraciado en sus comentarios, ni muy querido por su supuesto papel durante la contienda incivil- pusiera el precio de una peseta la entrada, esto coincidió que yo estaba en ese verano aprendiendo a repujar en el taller de Vicente Romero “Carnaval”, y allí se pintaba las pizarras que anunciaban las películas de este señor. Vicente republicano y Naranjo lo que hoy conocemos como un facha, pero tenían una relación cordial.
Vicente  era una magnífica persona y con mucho sentido del humor y en vez de poner una peseta puso “cala”, un sinónimo muy usado en Ubrique. Y desde entonces el final del anuncio decía “y sigue la cala”.
Esto duró aproximadamente desde el año 58-59 hasta que entró y se generalizó la televisión, sobre 1962-63.
  
Eran llenazos casi todas las noches, propaganda constante, de megafonía desde los cines y desde la calle, en vehículos. Reparto de programas de mano, en miniatura, que nos servían para hacer colecciones.
En las fabricas se veían carteles de los grandes a veces pegados en las paredes, de los pequeños se pegaban en moldes y cartones que se utilizaban para poner bajo peso, las piezas empastadas a los forros.
Fueron ya subiendo los precios ante la falta de espectadores y esto llevó a la crisis que hubo en los cines, desembocando con el cierre de casi todas las grandes salas del país.
De esto pasamos como respuesta empresarial a la apertura de  multicines de pequeñas salas y con varias opciones para ver. Pero en Ubrique no ocurrió esto. Estuvimos largos años sin ver cine en las salas, salvo un buen grupo de jóvenes que solían ir a otros pueblos de los alrededores donde los había
Pero como en Ubrique no había mucho donde ir, mientras hubo cines abiertos,  los llenazos siguieron sucediendo sobre todo sábados y domingo por  la tarde, especialmente gente joven. Y algunos mayores como mi padre y mi tío Miguel.
El cine Capitol como más nuevo en su edificación llego a ser el último en cerrar.
Luego ha habido una asociación que ha estado buscando poner cine desde el ayuntamiento y ahora se hace una pequeña campaña de proyecciones, más lo que viene desde diputación, pero esto ya es otra cosa.
En cuanto a mi caso yo era aficionado desde pequeño y aun sigo prefiriendo una buena peli a cualquier otra opción de ocio.
Creo que el cine y los tebeos me dieron una capacidad de fantasía, creadora de mundos e imágenes beneficiosa en mi vida, personal y profesional.
Y se por personas que me lo han comentado, que asistieron muy poco a la escuela y que el cine supuso para ellos descubrir que había otros mundos de las Cumbres “payá” y otras formas de vida. Que les influyera en sus planteamientos… Eso ya cada uno sabrá su verdad.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Mi tía Rosario y su familia




Mi tía Rosario fue la tercera de las hembras y también de las que fueron a Jerez a trabajar con los “Triguitos”.
Pero como estuvo siempre tan enamorada de su esposo José Jiménez Coronil, de Ubrique, en cuanto este vino de la Guerra se casaron y se fueron a vivir a la “Engarilla de la Gitana”, de engarillero. Para los que no lo saben, recuerden a Alfredo Landa en la película Los Santos Inocentes, pues ese era el trabajo de mi tío. Como un portero de una finca, que controla las entradas y salidas, y hacen otros menesteres.

Tuvieron dos hijos Antonio y Federico.  Coincidieron allí con la época de los “maquis” (para los ubriqueños “los tíos de la sierra”). Siendo acosados por ellos para sacar comida, que no tenían ni para los hijos. Posguerra, escased, sequía pertinaz, autarquía y un trabajo de campo muy mal pagado. En medio de un monte, lejos de la población más cerca, hoy Parque de los Alcornocales.
Y de la otra parte llegaba la Guardia Civil a preguntar por los Rojos, y que cuando llegaran por allí debían de denunciarlos sino atenerse a las consecuencias.
Asustados y amenazados por unos y por los otros. Mi primo Antonio que era algo más mayor, solía verlos ocultos entre la espesura del monte, vigilando los movimientos de ellos. Y también la Guardia Civil los vigilaban desde la espesura.
Providencialmente a mi tío Sixto le pregunta el dueño del cortijo donde trabajaba, que si conocía a alguien de confianza para guardar un cortijo recién heredado cerca de Jerez. Y le recomendó a mi tío José, con lo cual la suerte les vino a sacar de aquel atolladero  donde vivían y se trasladaron a la Casa Colorá.

Era un antiguo cuartel de caballería pintado de rojo, a estilo de cortijo tradicional. Edificio cuadrado con un gran patio empedrado con habitáculos alrededor. Al entrar a la derecha estaba la casa del dueño y frente de ella la de mis tíos que consistía en un salón comedor con una chimenea que servía de cocina y un dormitorio amplio, además tenían otra  habitación aparte para mis primos cuando fueron mayores.

Ahora estaban a 9 kilómetros del Jerez  de final de los 40, del siglo pasado, en el campo se ganaba aun menos que en las ciudades, pero como el cortijo era fundamentalmente un coto de caza de perdices, y por estar lindando con la Laguna de Medina, participaban de una batida, que pude presenciar en una ocasión, donde mataron miles de aves durante un día y el olor a pólvora duró en la zona más de una semana.
Mi tío no podía cazar perdices pero sí todos los conejos que pudiera. Esto en un tiempo que no existía ninguna enfermedad entre estos roedores, y que eran muy apreciados para el consumo, mi tío sacaba unos ingresos muy saneados de la caza.
Por la mañana pasaba por la carretera “Miguelito” un recovero, con un motocarro Izo azul,  de Paterna de la Rivera hacia Jerez se le llevaba la caza y este señor la vendía. Cuando me encontraba con mis tíos, yo era el que llevaba en el caballo “Pistola” la carga a pie de carretera.
La caza era con escopeta por las tardes y después anocheciendo se ponían lazos y cepos. Téngase en  cuenta que los conejos eran considerados una plaga, que allí no hacían mucho daño porque casi toda la finca era monte mediterráneo, pero paulatinamente fueron desmontando para tierras de labranza, y los últimos años quedaba muy poco monte y menos conejos por efecto de la epidemia, que según decían la distomatósis era un virus de laboratorio para eliminar a los conejos.
Con la siembra acudían aves, por ejemplo alcaravanes que también se casaban. Como el dicho que todo lo que vuela a la cazuela.
Mi primo Federico tenía un amigo que le regaló un palomo de los llamados “ladrones” que casi a diario llevaba palomos de otros lugares, que mi primo se encargaba de cazar, consiguiéndolo con bastante frecuencia.
Casi a diario comíamos carne, de conejo, de palomo, alcaravanes y  alguna perdiz despistada que se coló en un cepo o lazo. Mi tía que no era tan buena cocinando como sus hermanas Aurora y Trinidad, le daba al conejo al ajillo un punto extraordinario, que yo celebraba con regocijo, hasta ahora no he comido otro igual.
Para mi tía le venía bien mi compañía, porque  con frecuencia estaba sola, en una gran edificación, encima de un cerro a varios kilómetros de los más cercan. Cuando llegaba la guardia de ruta por los cortijos había que firmar para justificar la visita, lo hacía yo con ocho años. Cando mi tía estaba sola tocaba una corneta y normalmente mi tío la escuchaba y acudía con el caballo.
A veces pasaban por allí una columna de frailes encapuchados en pleno verano en fila india con el brazo encima del de delante. Y me contaba que iban así por llevar los ojos cerrados, como penitencia y los guiaba el primero.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Señoras y Señores !Cómo está el patio¡


Señoras y Señores ¡Como está el patio¡

Lo de los brotes verdes ya será para el cachondeo de carnaval, sino hay otras más gordas. Porque al parecer aun nos queda bastante cuesta arriba, incluso hay quien advierte de una segunda recesión manque nos digan que vamos mejorando, “pognó”. Mas quisiéramos los de abajo, los más jodidos.

En esto leo; los sueldos máximos para los alcaldes de la Mancomunidad de la Costa del Sol y sigo pensando que hay más afán de hacer caja que de servicio al pueblo.

Y Don Mariano se va al País (periódico) y  larga, y se alarga que es un primor. Y al día siguiente escuchas a los de la acera de enfrente, los que dicen machaconamente que no tiene programa, no dice lo que va ha hacer si gana… Le dan hasta en el carnet de conducir, lo ponen como habitualmente, eso sí todos al unísono, vamos el papelín que reciben con los argumentos, y tiene que salir Doña Soraya a explicar con más claridad y detalles lo que quiso decir. Al día siguiente como si nada. (¿)
¿Este hombre no puede preveer la respuesta, para dar argumentos que  desmonten la crítica, que debería saber que le cae seguro?
¿Y el estreno del Ministro del Trabajo? ¿Trabajo?. Peor no pudo ser, por que lo que dijo de ampliar las ayudas, la Salgado lo tiró por tierra al día siguiente. Claro como a ella se lo ha hecho el presi más de una vez, creerá la señora que es lo normal. Como paleto de pueblo, posss tampoco lo entiendo.
 Y el Obama le han dado un buen palo, qué diferencia con los nuestros: reconoce que le han dado una paliza, que tiene que abrir un diálogo con los opositores, que las personas se desesperan por no ir las reformas más rápidas. Debe de ser un buen tipo y a mí me cae bien el hombre. Siempre me gustan las buenas personas. Y sobre todo si no mienten.
Pero los nuestros cuando tienen problemas nuevos, que es cada dos días. Sacan un nuevo conejo de la chistera y si puede ser de la conejera contraria para distraer la atención. ¿Y digo yo, si hasta un cateto de pueblo que ha trabajado desde los  siete años se da cuenta, o los demás no se quieren enterar o el fanatismo ideológico no los deja ver?
A ver ¿Tanto trabajo le hubiese costado al PP dar los votos que le faltaban al PSOE para aprobar los presupuestos? ¡Aunque fuera tapándose la nariz¡ De esta manera no tendrían que depender de las minorías nacionalistas, y el precio que se cobran. ¿Estoy seguro que una vez explicado los españoles lo entenderíamos perfectamente?
¿Por qué no se pusieron los dos grandes partidos de acuerdo en reformar la ley para que las minorías nacionales no le costasen tantos votos un diputado contrariamente a los nacionalistas?
Simplemente porque no les da la gana, están primero sus intereses bipartidistas que la democracia y el sentido común. Y lo que me fastidia es que nos hagan perder el sentido de las cosas distrayéndonos, con chorradas y chuminadas.
Y hoy la chorrada de los apellidos, si mis hijos se los quieren cambiar no tengo ningún problema.
Lo que tienen que trabajar para que las empresas sean justas con las mujeres y las leyes  y las instituciones lo respalden. ¿Y por qué no lo eligen los hijos cuando sean mayores? ¿No es acaso más lógico y democrático? Pues eso


martes, 2 de noviembre de 2010

Mi tía Trinidad


Mi tía era la segunda de las hermanas y tercera de la familia Salas Flores. Como dije en “Mi tía Aurora”, estuvo en Jerez como moza de servicio con la familia de los “Triguitos” que descendían de Ubrique.
Allí conoció a un maestro llamado Justo, de los que iban por los campos leyendo los periódicos y enseñando a la gente a leer y escribir, normalmente por la comida.
Cuando comenzó la guerra civil lo apresaron y lo llevaron al Alcazar de Jerez. Allí mi tía solía llevarle todos los días las cosas más elementales que podía acarrear, cosa que le sería muy difícil de conseguir en tiempos de escasez. Y probablemente no los recibiera ni él, porque el régimen dictatorial no solía pagar muy bien a sus esbirros.
Un día llegó y le dijeron que Justo ya no estaba allí. Le había tocado ser uno de las “sacas” o “los paseos”. Consistía en que escogían un grupo, sin juicio previo ni sentencia, los subian a un camión, los llevaban a algún lugar, normalmente eran las tapias de los cementerios, y los fusilaban sin más, otras veces los arrojaban en cualquier lugar que hubiese un hoyo. Por supuesto sin comunicárselo a las familias, que por otra parte me las imagino tan aterrorizadas, que difícilmente reclamarían los restos.

Tiempo después, un primo del novio asesinado que se llamaba Sixto Carrasco Pérez, descendiente de Lebrija se hizo novio de Trinidad y se casaron. Yéndose a vivir al Cortijo de los Pérez Luna que tenía entre Lebrija y Trebujena, se llamaba Monasterejo, iban como caseros y además mi tío llevaría la granja de unas 1200 gallinas ponedoras.
Allí transcurrió su vida durante bastantes años, hasta que se jubiló y se marcharon primero a Trebujena, en una pequeña casita casi del extra radio y luego a Jerez, donde buscaron en El Cerro del Moro, una casa de vecinos con dos habitaciones juntas y un Waters y cocina frente a las piezas anteriores. Las pensiones del campo en esos años de principio de los 70 no eran ni para vivir.

Mi tía hacía de casera y cocinera ocasional, cuando llegaba a horas de comer el dueño, normalmente llevaba pescado para que mi tía lo limpiara y  al aceite hirviendo. Pero mi tía le daba un punto exquisito. Cuando yo estaba allí le ayudaba siempre a quitar la piel a las asedias y lenguados, que entonces los ricos no solían comer pescado azul, era  bastante más barato y sólo lo comíamos los pobres. Al igual que los ricos del medievo que sólo comían carne y  tenían problemas de gota. Supongo que otros también indoloros, hasta que se dieron cuenta que los pobres que comían sobre todo vegetales, duraban más y padecían menos dolores de gota.
Lo cierto es que después de años y años sin vacaciones, de servicio continuados de limpieza en la casa del dueño –un salón comedor-biblioteca y una habitación-. Y cocinera ocasional, no tenía derecho ni a la mísera  pensión que les quedaba a los jornaleros, y los fijos aun peor.
Primero por tener un trabajo fijo, heredable por sus hijos, que en este caso no los hubo. Solían dejarles un trozo de tierra para hacer un huetesillo así que los jornales eran algo más bajo que a los eventuales. Por tanto la pensión también.
Eso sí, durante toda su vida los descendientes del dueño que los contrataron por Navidad les solían dar una caja de polvorones y   un dinerillo, a modo de aguinaldo.