miércoles, 25 de noviembre de 2015

Los Guisos y los Medios Días en Ubrique

Hoy escuchando en Radio Manilva al que hace de Manolo el Pescaó en Ubrique. Comenzó diciendo que íbamos a escuchar a Porrinas de Badajoz y a Pancequito.
Cuando comienza “El Marqués de Porrinas” le comento a mi querida y sin embargo esposa: siempre que escucho a este hombre me recuerda a Ceferino Cabezas, esposo de María Cides, hermana del también compañero de trabajo Miguel Cides.
Al no tener fotos adecuadas al tema pongo unas de la cueva del gato.
Ceferino cantaba, cuando yo era un chaval de unos 11 años, como los ángeles esas modulaciones del tono que hacía Porrinas, le salían de maravilla. También teníamos la suerte de que trabajara en la misma empresa de los Hermanos Ramos Jaén el aficionado Adolfo Villalba, que no quedaba a la saga de Ceferino, al final todo esto me trajo al recuerdo dos cosas que sin estar legisladas sucedían en Ubrique en el ámbito laboral: los Guisos y los Medios Días.
Entrada o sumidero de la Cueva del Gato.

Los guisos los había de formas diversas. Unos se hacían mediante recaudación semanal de alguien que se encargaba de recoger después del cobro semanal, 5 pesetas por persona a los niños no nos cobraban éramos invitados con derecho a repartir vino, por supuesto a los niños nada de fantitas ni coca colas, vino como tó er mundo, pero poquito, eso sí.

A veces alguna empresa se daba un detalle y ponía el parné para montar el guiso.
Había una serie de cocineros aficionados que se les llamaba y normalmente con la comida estaba pagado porque solía ser conocidos de varios de los comenzales. De los más buscados eran Lara y Y Curro Pérez “Currito el del Algarrobal”. Bueeeenos cocineros.
Normalmente se celebraban en una de las viñas que se hacia mosto, que a la vez era un poco de venta en determinados días.
Formaciones dentro de la cueva
Viñas que recuerde estaban la de Bartolo Pan y del Moniato, frente a Santa Lucía, la de los Angulos en la Vega que entonces vivía allí la madre del que todos hemos conocido Manuel Angulo, que exploto la venta durante años, cerró antes por cuestiones de legalidad de dichas ventas, al igual que otros. Y le quedó una cantidad de vino que se hizo vinagre de una gran calidad, del que yo era un cliente.
Y Las Bodegas Quemá, de Piñero, padre de Alfonso. La de Alfredo Ortega en el Amarguillo que hacía mosto para su consumo familiar y no se si vendía algo. Cosa que más bien pudiera ser que tuviera que comprar alguno.
Este mosto local se vendía en determinados bares, además de las viñas antes dichas.
Hubo otras viñas anteriores pero que ya no llegué a conocer, por cierre anterior a 1950, fecha en que nací.





Aparte Antonio Cuellar- padre-en La Chabola traía mosto de los Palacios, conocido entre la parroquia por Fino Zarro, que a Cuellar, le daba gran coraje el nombrecito popular.. Y desde Prado del Rey siempre hicieron unos mostos muy agradables al paladar.
De los pocos que caté los de Prado me gustaban más, los ubriqueños me dejaban un paladar agrio, los otros no.
Temas:
Por la mañana juego de cartas, comida, picoteo y beber.
Al medio día Comida
Sobremesa más juego y charla entre compañeros y cante hasta la noche, A cargo de Adolfo y Ceferino.
Ya anocheciendo cada uno se iba retirando cuando quería... y hasta la próxima.

Los medios días, eran otra cosa. Solían ser una improvisación del día mismo.
Un lunes de esos saleados, en pleno invierno, después de haber llovido durante días, se le ocurre a alguno decir: qué día más bueno ¿Por qué no hacemos medio día?, se iba corriendo la voz y según el lugar se enviaba a alguien al jefe- que era normalmente el enlace sindical, donde los había.
Si se ponía muy duro por la necesidad de fabricar los pedidos se acordaba trabajar unas horas más en los días siguientes para recuperar. Esto era dentro de unas jornadas, en gran parte del año, de 8 a 10 de la noche más trabajo para casa.
Unas veces se improvisaba un guiso o arroz. La mayoría de las veces solía ser solo por la tarde con lo cual ya nos íbamos comidos y no habiendo comida por medio el personal se dispersaba y no era lo mismo.

Pasando el tiempo, cambiando las relaciones de trabajo y sobre todo con contratos cada vez más precarios, esto se fue diluyendo hasta desaparecer, o casi. Que ya llevo cinco años viviendo fuera de mi pueblo y no estoy tan al día.
En una fabriquita que estuve 22 años, hacíamos un guiso todos los años, pero esto era otra cosa.
Lo íbamos casi siempre era con las mujeres nuestras, buscábamos un campo bonito donde poder jugar al fútbol- teníamos dos jugadores del Ubrique, El Biri y Alguacil- poníamos un dinero y como ya tenía un cochecillo- Seat 133- hacía de "mandaero" yendo temprano a Romerijo y traer ese“material del agua salada”, nos encontrábamos en el lugar todos y pasábamos el día, con nuestros dineros. Unas veces en un campo otras en la Vega, en La Sauceda, en Benaocaz...

Que sirva a modo de homenaje, agradecido, a los aficionados Ceferino Cabezas y Adolfo Villalba.
Buenos cantaores y buenas personas, por su buen trato conmigo justo y amigable. En una época que los niños éramos cero a la izquierda.