Miguel López Lobo nace en Jimera de Líbar (Málaga) sobre 1891 y vive hasta la adolescencia , se traslada a Ubrique y aquí ejercía de contrabandista.
No se sabe de su anterior modo de vida pero por lo que hizo despues, es posible que trabajara tanto la gandería como la agricultura y posiblemente tambien en el contrabando, por vivir en uno de los pueblos, junto con Cortes de la Frontera, donde se ejercía el tráfico de mercancías ilegales procedentes de Gibraltar, por estar ambos pueblos conectados por el ferrocarril con Algeciras.
Estando en Ubrique, y conociendo ya a mi abuela, ante una persecución de los Carabineros se refugió en casa de ésta, que vivía en las cuatro esquinas, y como no querían abrir la puerta para no ser apresado, uno de los carabineros, por el ojo de la cerradura, le disparó su pistola, dandole a mi abuela en el cuello, junto a la ahorta, y por la época los servicios de cirugía en Ubrique, deberian ser tan escasos y rudimentarios como hoy. El médico que la atendió no quiso urgar para extraer la bala, y como no le perforó la arteria, se la dejó, y cuando murio en 1973, en Navidad, con 83 años, aun la tenía en el cuello.
El carabinero del disparo resultó años despues ser cuñado de mi abuelo por casarse con su hermana.
Una de las veces que llevaba tabaco de contrabando a las minas de Rio Tinto, con dos compañeros, una vez pasado Sevilla, uno de ellos, se quedó rezagado y "dió el chivatazo" a la Guardia Civil, se lo quitaron todo, caballo y mercancía.
Meses despues iban los dos compañeros atrapados para la finca que mi abuelo tenía en el Rano y se encontraron con el que los denunció, llevando éste en la mano los atalajes del caballo de mi abuelo y con las mismas cuerdas les dieron una paliza. Éste dio parte a la Guardia Civil y le salió tres meses de carcel.
El otro se presentó y mi abuelo, que era padre de dos hijos pequeños se fué a la Línea con su familia y de allí se refugió en Gibraltar (ser refugio de piratas y delincuentes no es nuevo para ellos). Estuvo durante dos años trabajando ambos y despues volvieron a Ubrique.
Durante su estancia en Gibraltar, al menos mi abuela trabajó en una fabrica de tabacos, y mi abuelo, creo recordar por mi padre que, era el segundo hijo, tuvo que aprender lo suyo, porque cuando vino se dedicó a comprar tabaco en Algodonales y se hizo de una pequeña prensa manual (que conocí yo en el verano del 1958 en el taller de repujado de Vicente Romero "Carnaval") y con un molde prensaba el "cuarteron". De ahí viene el apodo que tuvo mi familia de "los de la prensa" que no tuvo nada que ver con el periodismo.
Esto lo hacía en 1924-25. A veces por falta de materia prima, le añadian hojas de papas secas. En vez de traer los cuarterones hechos, traía los envoltorios originales de Gibraltar y los fabricaba él, por aquello del valor añadido.
El cuerpo policial de los carabineros, no le dejaba vivir y tuvo que dejar el "negocio". Viéndose acosado contínuamente
Como tenía compradas y unidas varias pequeñas finquitas en el Rano, acarreó una, piara de cabras de las que estuvieron viviendo toda la familia hasta despues de la guerra. Solía decir que con sacar todos los días 10 pesetas podían vivir
Mi padre que se crió detras de las cabras, incluso aprendió, él por su cuenta a tener una culturita básica de la época, "las cuatro reglas, escribir algo y leer.
Entonces la leche se vendía por la cas calles llevando las cabras y ordeñando allí, sin trampas ni cartón, esto es un decir, porque mi padre me contó, que cuando era clientas muy impertinentes, se retiraba el cacharro y al tener más distancia tenía más presión y resultaba que el vaso se llenaba antes por la gran cantidad de espuma, con lo cual, la tal, o se cambiaba de proveedor o dejaba de ser tan quisquillosa.
Las estuvo cuidando hasta que se lo llevarón a la guerra, continuando la labor mi tio Paco, pero como a este no le gustaba el campo para vivir, no era lo mismo, teniendo mi abuelo ese disgusto, por la falta de rentabilidad, tambien agravado por la época de escaced propiciada por la guerra y la gran y prolongada sequía que hubo.
Mi abuelo llegó a cambiar las cabras por vacas, en una época que esta leche se bebía muy poco por aquí, dominaba la de cabra, era abundante y la otra escasa, solo algunos hortelanos tenian una vaca, que se veían con dificultades para vender su leche, por resultar muy gracienta para el gusto del personal. Mi padre comentaba : si no llega a vender las vacas se comen hasta la familia.
Pese a las penurias de la posguerra, mi abuelo jamás consintió que las mujeres trabajaran para otro, cosa muy de su época, sin embargo siendo una persona de una cultura muy superior a la media, no se preocupó tanto de que sus hijos e hijas aprendieran como él.
Hubo otra época que estuvo de cazador para pieles de abrigos, donde se pasaba semanas fuera de casa en los montes cazando: tejones, ginetas, zorros, martas, etc. No debió ser muy productivo el negocio, o tal vez muy duro, pero lo cierto que no duró mucho.
Por las noches se reunian en torno a la mesa y sacaba unos novelones de dramas, que solía leerlos para todos los presentes, incluyendo vecinos, para pasar el rato.
Pude ver cuando niño estas novelas, tomos muy gruesos con los cantos pintados en rojo y con ilustraciones de escenas a todo color. Seguramente los tiraron en una de las limpiezas, cosa rara estando mi tía María, que era la que guardaba todos los recuerdos paternos y de su hermano Juan Manuel, muerto muy joven, 18 años, en diciembre del 1941, de accidente mientras ponía cepos y lazos, para cazar conejos en la sierra, por encima de la calera del Rano, para paliar la escazed de alimentos de lo que se dió en llamar "el año lajambre".
A raiz de la muerte de mi tío Juan Manuel, dejó las lecturas en familia, cayendo en una depresión, por ser su hijo más estimado y de caracter más parecido, y ya no levantó cabeza en los pocos años que vivió despues.
Mis tias al abrigo de las penurias, se pusieron a trabajar, María en la fábrica que tenía mi tío Miguel, junto a cuatro aparceros y Ana en el taller de costura de Cayetano "el sastre".
Mi abuelo Miguel era alto, delgado, cargado de hombros, muy serio y correcto, algo tímido e introvertido, a veces muy severo con las hijas, por ejemplo: cuando les pedian permiso para salir, contestaba, "para qué si las calles estan iguales". Murió en 1944, el 11 de abril.
Fue un fumador empedernido, se ponía de muy mal humor cuando le faltaba, e incluso tostaba hojas de lentisco para liar un cigarro, con lo cual tenía una depencia fuerte. Esto le acarreaba constante molestias y dolores de estómago, y a la postre fue la causa de su muerte, al parecer, porque los médicos, que tambien eran escasos, con pocos medios y puede que no muy preparados, no acertaron con seguridad a dar la causa.
Y sobre todo la tristeza que le causó la muerte de mi tío Juan Manuel siendo tan joven y entrañable y muy querido por toda la família.
Había un cesto cuadrado con una tapa cuadrada, confeccionado con una especie de paja, que debería ser dura, porque nací seis años despues de su muerte y lo había hecho él y lo estuve viendo durante algunos años más
A mí me gustaba por dos razones, primero porque tenía unas bandas de colores que me parecian bonitas y segundo porque prohibian su exibición a los ajenos a la familia. Yo entendía que era por no estropearlo y ser un recuerdo de mi abuelo.
Con el tiempo una vez mayor me enteré del verdadero por qué de tantos cuidados. Efectivamente querian conservar el cesto por haberlo hecho mi abuelo, pero no querian que lo viesen porque las bandas de color representaban la bandera republicana y esto podía costar un serio disgusto a la familia, y con los antecedentes que habian de mis tios, Paco y José ser condenados por rojos...pues.
Al principio de la autonomía un día vino a mi casa Prudencio Cabezas Cabello, para preguntarme si Miguel López Lobo era familiar mío.
Sí, mi abuelo.
¿Tú sabes que tu abuelo era uno de los fundadores del andalucismo?
Pues no, se que era un hombre que culturalmente y economicamente se hizo de un cierto bagaje.
Ya me estuvo informando que junto a un tal Moya de Ubrique tambien, fueron los que representaron a Cádiz en en Congreso de Ronda del 1918.
Me dejó unas fotocopias que las deposité en la biblioteca municipal, junto a revistas de lo que fué el despertar de la izquierda en España, que yo leía y vendía algunas de ellas, para difundir nuevas ideas contrarias a la dictadura.
Desde entonces he hablado con algunos historiadores para ver que pudo decir mi abuelo en dicho congreso y nadie me daba escarte de las actas, pero un hermano de una amiga es historiador y tiene varios libros escritos, se lo comenté y me dijo que me las enviaría por medio de su hermana, cosa que al parecer olvidó o no pudo encontrar.
Tambien hubo un momento que se le hizo un homenaje a Blas Infante en Ubrique y quiso la corporación que fuera en la Bda. Andalucía.
Vino la hija menor, María de los Angeles, acompañada de un hijo con el cual entablé relación de amistad, hablando de nuestros abuelos y le dije del interés que tenía en encontrar dichas actas, pero este por lo visto no había sabido jamás que existieran, asi que hasta ahí llegué... por ahora. Miento tambien he intentado buscarlas por internet y nada.
Tenía mi abuelo una hermana, María y un hermano, Juan. No sabemos si los trajo a Ubrique o vinieron ellos, lo cierto es que tuvo enormes quebraderos de cabeza con ellos.
Juan era el clasico "culo boluo", que no para en ningun sitio y de pronto aparecía y venía de America, o Rusia, o Australia y estaba aquí una temporada y de pronto desaparecía sin decir ni mú y volvía años más tardes, procedente de la conchinchina.
Decía que se enrolaba en un barco de fogonero, que era un trabajo duro y no lo quería cualquiera. Cuando contaba con algún dinero se quedaba en algún país y cuando faltaba se enrolaba de nuevo.
La última vez que lo vieron vino y les trajo buenos regalos a todos los sobrinos, que eran ocho. Estuvo como siempre viviendo a costa del hermano y se relacionó con una payoya que le fue sacando todos y cada uno de los regalos, hasta que quedó sin regalos que llevarles y desapareció de nuevo.
Mi tía Ana cuando se casó años despues hizo un viaje a Palma de Mallorca donde un cuñado suyo Rogelio Arenas Corrales vivía con otra Ubriqueña Ana Ortega Mateos y como éste tenía allí una empresa de piel, mi flamante tío estuvo allí trabajando con el hermano, por un espacio de tres meses.
Lo último que supimos de Juan es que lo habian visto en Mallorca, con un quiosco de afilador, pero mi tía no logró encontrarlo durante la estancia en la isla.
La hermana no se si murió el carabinero que se caso con ella, o que el hombre fue a comprar tabaco a la esquina. Pero escuché varias veces a mi padre decir que cuando mi abuelo compró la casa en torre 50 , tenía una parte que daba al Callejón del Santo y desde que la vió la hermana estuvo dandole la tabarra, para que se la dejase y mi abuelo ya harto de escucharle le dejó la parte que pidió, cortandole en el primer piso la mitad del "soberao", Al día siguiente la tenía vendida lo que tanto decía necesitar para vivir.
Yo desde pequeño la conocí, desgreñada y harapienta. Tenían un horno y hacian algo de pan el la calle Caracolillo, en la esquinita que hace hacia dentro. Por lo que he escuchado el pan era bastante bueno, pero las condiciones higienicas de la época, además de las particulares de ella, llevaron el pequeño negocio al traste.
El hijo se buscó un carrito de afilador y vivió del afilado hasta que murió en el hospital de Zamacola en Cádiz, sobre el 1968, socorrido por la Beneficencia Municipal y aunque los primos fueron al entierro, no podía hacerse aquel día, quedó su cuerpo allí para enterrarlo al día sigueinte, con lo cual es muy posible que terminara entregado a dicho hospital para prácticas de los alumnos.
Es especulación mía. pero era muy normal en esos años.
No se sabe de su anterior modo de vida pero por lo que hizo despues, es posible que trabajara tanto la gandería como la agricultura y posiblemente tambien en el contrabando, por vivir en uno de los pueblos, junto con Cortes de la Frontera, donde se ejercía el tráfico de mercancías ilegales procedentes de Gibraltar, por estar ambos pueblos conectados por el ferrocarril con Algeciras.
Estando en Ubrique, y conociendo ya a mi abuela, ante una persecución de los Carabineros se refugió en casa de ésta, que vivía en las cuatro esquinas, y como no querían abrir la puerta para no ser apresado, uno de los carabineros, por el ojo de la cerradura, le disparó su pistola, dandole a mi abuela en el cuello, junto a la ahorta, y por la época los servicios de cirugía en Ubrique, deberian ser tan escasos y rudimentarios como hoy. El médico que la atendió no quiso urgar para extraer la bala, y como no le perforó la arteria, se la dejó, y cuando murio en 1973, en Navidad, con 83 años, aun la tenía en el cuello.
El carabinero del disparo resultó años despues ser cuñado de mi abuelo por casarse con su hermana.
Una de las veces que llevaba tabaco de contrabando a las minas de Rio Tinto, con dos compañeros, una vez pasado Sevilla, uno de ellos, se quedó rezagado y "dió el chivatazo" a la Guardia Civil, se lo quitaron todo, caballo y mercancía.
Meses despues iban los dos compañeros atrapados para la finca que mi abuelo tenía en el Rano y se encontraron con el que los denunció, llevando éste en la mano los atalajes del caballo de mi abuelo y con las mismas cuerdas les dieron una paliza. Éste dio parte a la Guardia Civil y le salió tres meses de carcel.
El otro se presentó y mi abuelo, que era padre de dos hijos pequeños se fué a la Línea con su familia y de allí se refugió en Gibraltar (ser refugio de piratas y delincuentes no es nuevo para ellos). Estuvo durante dos años trabajando ambos y despues volvieron a Ubrique.
Durante su estancia en Gibraltar, al menos mi abuela trabajó en una fabrica de tabacos, y mi abuelo, creo recordar por mi padre que, era el segundo hijo, tuvo que aprender lo suyo, porque cuando vino se dedicó a comprar tabaco en Algodonales y se hizo de una pequeña prensa manual (que conocí yo en el verano del 1958 en el taller de repujado de Vicente Romero "Carnaval") y con un molde prensaba el "cuarteron". De ahí viene el apodo que tuvo mi familia de "los de la prensa" que no tuvo nada que ver con el periodismo.
Esto lo hacía en 1924-25. A veces por falta de materia prima, le añadian hojas de papas secas. En vez de traer los cuarterones hechos, traía los envoltorios originales de Gibraltar y los fabricaba él, por aquello del valor añadido.
El cuerpo policial de los carabineros, no le dejaba vivir y tuvo que dejar el "negocio". Viéndose acosado contínuamente
Como tenía compradas y unidas varias pequeñas finquitas en el Rano, acarreó una, piara de cabras de las que estuvieron viviendo toda la familia hasta despues de la guerra. Solía decir que con sacar todos los días 10 pesetas podían vivir
Mi padre que se crió detras de las cabras, incluso aprendió, él por su cuenta a tener una culturita básica de la época, "las cuatro reglas, escribir algo y leer.
Entonces la leche se vendía por la cas calles llevando las cabras y ordeñando allí, sin trampas ni cartón, esto es un decir, porque mi padre me contó, que cuando era clientas muy impertinentes, se retiraba el cacharro y al tener más distancia tenía más presión y resultaba que el vaso se llenaba antes por la gran cantidad de espuma, con lo cual, la tal, o se cambiaba de proveedor o dejaba de ser tan quisquillosa.
Las estuvo cuidando hasta que se lo llevarón a la guerra, continuando la labor mi tio Paco, pero como a este no le gustaba el campo para vivir, no era lo mismo, teniendo mi abuelo ese disgusto, por la falta de rentabilidad, tambien agravado por la época de escaced propiciada por la guerra y la gran y prolongada sequía que hubo.
Mi abuelo llegó a cambiar las cabras por vacas, en una época que esta leche se bebía muy poco por aquí, dominaba la de cabra, era abundante y la otra escasa, solo algunos hortelanos tenian una vaca, que se veían con dificultades para vender su leche, por resultar muy gracienta para el gusto del personal. Mi padre comentaba : si no llega a vender las vacas se comen hasta la familia.
Pese a las penurias de la posguerra, mi abuelo jamás consintió que las mujeres trabajaran para otro, cosa muy de su época, sin embargo siendo una persona de una cultura muy superior a la media, no se preocupó tanto de que sus hijos e hijas aprendieran como él.
Hubo otra época que estuvo de cazador para pieles de abrigos, donde se pasaba semanas fuera de casa en los montes cazando: tejones, ginetas, zorros, martas, etc. No debió ser muy productivo el negocio, o tal vez muy duro, pero lo cierto que no duró mucho.
Por las noches se reunian en torno a la mesa y sacaba unos novelones de dramas, que solía leerlos para todos los presentes, incluyendo vecinos, para pasar el rato.
Pude ver cuando niño estas novelas, tomos muy gruesos con los cantos pintados en rojo y con ilustraciones de escenas a todo color. Seguramente los tiraron en una de las limpiezas, cosa rara estando mi tía María, que era la que guardaba todos los recuerdos paternos y de su hermano Juan Manuel, muerto muy joven, 18 años, en diciembre del 1941, de accidente mientras ponía cepos y lazos, para cazar conejos en la sierra, por encima de la calera del Rano, para paliar la escazed de alimentos de lo que se dió en llamar "el año lajambre".
A raiz de la muerte de mi tío Juan Manuel, dejó las lecturas en familia, cayendo en una depresión, por ser su hijo más estimado y de caracter más parecido, y ya no levantó cabeza en los pocos años que vivió despues.
Mis tias al abrigo de las penurias, se pusieron a trabajar, María en la fábrica que tenía mi tío Miguel, junto a cuatro aparceros y Ana en el taller de costura de Cayetano "el sastre".
Mi abuelo Miguel era alto, delgado, cargado de hombros, muy serio y correcto, algo tímido e introvertido, a veces muy severo con las hijas, por ejemplo: cuando les pedian permiso para salir, contestaba, "para qué si las calles estan iguales". Murió en 1944, el 11 de abril.
Fue un fumador empedernido, se ponía de muy mal humor cuando le faltaba, e incluso tostaba hojas de lentisco para liar un cigarro, con lo cual tenía una depencia fuerte. Esto le acarreaba constante molestias y dolores de estómago, y a la postre fue la causa de su muerte, al parecer, porque los médicos, que tambien eran escasos, con pocos medios y puede que no muy preparados, no acertaron con seguridad a dar la causa.
Y sobre todo la tristeza que le causó la muerte de mi tío Juan Manuel siendo tan joven y entrañable y muy querido por toda la família.
Había un cesto cuadrado con una tapa cuadrada, confeccionado con una especie de paja, que debería ser dura, porque nací seis años despues de su muerte y lo había hecho él y lo estuve viendo durante algunos años más
A mí me gustaba por dos razones, primero porque tenía unas bandas de colores que me parecian bonitas y segundo porque prohibian su exibición a los ajenos a la familia. Yo entendía que era por no estropearlo y ser un recuerdo de mi abuelo.
Con el tiempo una vez mayor me enteré del verdadero por qué de tantos cuidados. Efectivamente querian conservar el cesto por haberlo hecho mi abuelo, pero no querian que lo viesen porque las bandas de color representaban la bandera republicana y esto podía costar un serio disgusto a la familia, y con los antecedentes que habian de mis tios, Paco y José ser condenados por rojos...pues.
Al principio de la autonomía un día vino a mi casa Prudencio Cabezas Cabello, para preguntarme si Miguel López Lobo era familiar mío.
Sí, mi abuelo.
¿Tú sabes que tu abuelo era uno de los fundadores del andalucismo?
Pues no, se que era un hombre que culturalmente y economicamente se hizo de un cierto bagaje.
Ya me estuvo informando que junto a un tal Moya de Ubrique tambien, fueron los que representaron a Cádiz en en Congreso de Ronda del 1918.
Me dejó unas fotocopias que las deposité en la biblioteca municipal, junto a revistas de lo que fué el despertar de la izquierda en España, que yo leía y vendía algunas de ellas, para difundir nuevas ideas contrarias a la dictadura.
Desde entonces he hablado con algunos historiadores para ver que pudo decir mi abuelo en dicho congreso y nadie me daba escarte de las actas, pero un hermano de una amiga es historiador y tiene varios libros escritos, se lo comenté y me dijo que me las enviaría por medio de su hermana, cosa que al parecer olvidó o no pudo encontrar.
Tambien hubo un momento que se le hizo un homenaje a Blas Infante en Ubrique y quiso la corporación que fuera en la Bda. Andalucía.
Vino la hija menor, María de los Angeles, acompañada de un hijo con el cual entablé relación de amistad, hablando de nuestros abuelos y le dije del interés que tenía en encontrar dichas actas, pero este por lo visto no había sabido jamás que existieran, asi que hasta ahí llegué... por ahora. Miento tambien he intentado buscarlas por internet y nada.
Tenía mi abuelo una hermana, María y un hermano, Juan. No sabemos si los trajo a Ubrique o vinieron ellos, lo cierto es que tuvo enormes quebraderos de cabeza con ellos.
Juan era el clasico "culo boluo", que no para en ningun sitio y de pronto aparecía y venía de America, o Rusia, o Australia y estaba aquí una temporada y de pronto desaparecía sin decir ni mú y volvía años más tardes, procedente de la conchinchina.
Decía que se enrolaba en un barco de fogonero, que era un trabajo duro y no lo quería cualquiera. Cuando contaba con algún dinero se quedaba en algún país y cuando faltaba se enrolaba de nuevo.
La última vez que lo vieron vino y les trajo buenos regalos a todos los sobrinos, que eran ocho. Estuvo como siempre viviendo a costa del hermano y se relacionó con una payoya que le fue sacando todos y cada uno de los regalos, hasta que quedó sin regalos que llevarles y desapareció de nuevo.
Mi tía Ana cuando se casó años despues hizo un viaje a Palma de Mallorca donde un cuñado suyo Rogelio Arenas Corrales vivía con otra Ubriqueña Ana Ortega Mateos y como éste tenía allí una empresa de piel, mi flamante tío estuvo allí trabajando con el hermano, por un espacio de tres meses.
Lo último que supimos de Juan es que lo habian visto en Mallorca, con un quiosco de afilador, pero mi tía no logró encontrarlo durante la estancia en la isla.
La hermana no se si murió el carabinero que se caso con ella, o que el hombre fue a comprar tabaco a la esquina. Pero escuché varias veces a mi padre decir que cuando mi abuelo compró la casa en torre 50 , tenía una parte que daba al Callejón del Santo y desde que la vió la hermana estuvo dandole la tabarra, para que se la dejase y mi abuelo ya harto de escucharle le dejó la parte que pidió, cortandole en el primer piso la mitad del "soberao", Al día siguiente la tenía vendida lo que tanto decía necesitar para vivir.
Yo desde pequeño la conocí, desgreñada y harapienta. Tenían un horno y hacian algo de pan el la calle Caracolillo, en la esquinita que hace hacia dentro. Por lo que he escuchado el pan era bastante bueno, pero las condiciones higienicas de la época, además de las particulares de ella, llevaron el pequeño negocio al traste.
El hijo se buscó un carrito de afilador y vivió del afilado hasta que murió en el hospital de Zamacola en Cádiz, sobre el 1968, socorrido por la Beneficencia Municipal y aunque los primos fueron al entierro, no podía hacerse aquel día, quedó su cuerpo allí para enterrarlo al día sigueinte, con lo cual es muy posible que terminara entregado a dicho hospital para prácticas de los alumnos.
Es especulación mía. pero era muy normal en esos años.