Hoy escuchando en Radio
Manilva al que hace de Manolo el Pescaó en Ubrique. Comenzó
diciendo que íbamos a escuchar a Porrinas de Badajoz y a Pancequito.
Cuando comienza “El
Marqués de Porrinas” le comento a mi querida y sin embargo esposa:
siempre que escucho a este hombre me recuerda a Ceferino Cabezas,
esposo de María Cides, hermana del también compañero de trabajo
Miguel Cides.
Al no tener fotos adecuadas al tema pongo unas de la cueva del gato. |
Ceferino cantaba, cuando
yo era un chaval de unos 11 años, como los ángeles esas
modulaciones del tono que hacía Porrinas, le salían de maravilla.
También teníamos la suerte de que trabajara en la misma empresa de
los Hermanos Ramos Jaén el aficionado Adolfo Villalba, que no
quedaba a la saga de Ceferino, al final todo esto me trajo al
recuerdo dos cosas que sin estar legisladas sucedían en Ubrique en
el ámbito laboral: los Guisos y los Medios Días.
Entrada o sumidero de la Cueva del Gato. |
Los guisos los había de
formas diversas. Unos se hacían mediante recaudación semanal de
alguien que se encargaba de recoger después del cobro semanal, 5
pesetas por persona a los niños no nos cobraban éramos invitados
con derecho a repartir vino, por supuesto a los niños nada de
fantitas ni coca colas, vino como tó er mundo, pero poquito, eso sí.
A veces alguna empresa se
daba un detalle y ponía el parné para montar el guiso.
Había una serie de
cocineros aficionados que se les llamaba y normalmente con la comida
estaba pagado porque solía ser conocidos de varios de los
comenzales. De los más buscados eran Lara y Y Curro Pérez “Currito
el del Algarrobal”. Bueeeenos cocineros.
Normalmente se celebraban
en una de las viñas que se hacia mosto, que a la vez era un poco de
venta en determinados días.
Formaciones dentro de la cueva |
Viñas que recuerde
estaban la de Bartolo Pan y del Moniato, frente a Santa Lucía, la
de los Angulos en la Vega que entonces
vivía allí la madre del que todos hemos conocido Manuel Angulo, que
exploto la venta durante años, cerró antes por cuestiones de
legalidad de dichas ventas, al igual que otros. Y le quedó una
cantidad de vino que se hizo vinagre de una gran calidad, del que yo
era un cliente.
Y Las Bodegas Quemá, de
Piñero, padre de Alfonso. La de Alfredo Ortega en el Amarguillo que
hacía mosto para su consumo familiar y no se si vendía algo. Cosa
que más bien pudiera ser que tuviera que comprar alguno.
Este mosto local se vendía
en determinados bares, además de las viñas antes dichas.
Hubo otras viñas
anteriores pero que ya no llegué a conocer, por cierre anterior a
1950, fecha en que nací.
Aparte Antonio Cuellar-
padre-en La Chabola traía mosto de los Palacios, conocido entre la
parroquia por Fino Zarro, que a Cuellar, le daba gran coraje el
nombrecito popular.. Y desde Prado del Rey siempre hicieron unos
mostos muy agradables al paladar.
De los pocos que caté los
de Prado me gustaban más, los ubriqueños me dejaban un paladar
agrio, los otros no.
Temas:
Por la mañana juego de
cartas, comida, picoteo y beber.
Al medio día Comida
Sobremesa más juego y
charla entre compañeros y cante hasta la noche, A cargo de Adolfo y
Ceferino.
Ya anocheciendo cada uno
se iba retirando cuando quería... y hasta la próxima.
Los medios días, eran
otra cosa. Solían ser una improvisación del día mismo.
Un lunes de esos saleados,
en pleno invierno, después de haber llovido durante días, se le
ocurre a alguno decir: qué día más bueno ¿Por qué no hacemos
medio día?, se iba corriendo la voz y según el lugar se enviaba a
alguien al jefe- que era normalmente el enlace sindical, donde los
había.
Si se ponía muy duro por
la necesidad de fabricar los pedidos se acordaba trabajar unas horas
más en los días siguientes para recuperar. Esto era dentro de unas
jornadas, en gran parte del año, de 8 a 10 de la noche más trabajo
para casa.
Unas veces se improvisaba
un guiso o arroz. La mayoría de las veces solía ser solo por la
tarde con lo cual ya nos íbamos comidos y no habiendo comida por
medio el personal se dispersaba y no era lo mismo.
Pasando el tiempo,
cambiando las relaciones de trabajo y sobre todo con contratos cada
vez más precarios, esto se fue diluyendo hasta desaparecer, o casi.
Que ya llevo cinco años viviendo fuera de mi pueblo y no estoy tan
al día.
En una fabriquita que
estuve 22 años, hacíamos un guiso todos los años, pero esto era
otra cosa.
Lo íbamos casi siempre
era con las mujeres nuestras, buscábamos un campo bonito donde poder
jugar al fútbol- teníamos dos jugadores del Ubrique, El Biri y
Alguacil- poníamos un dinero y como ya tenía un cochecillo- Seat
133- hacía de "mandaero" yendo temprano a Romerijo y traer
ese“material del agua salada”, nos encontrábamos en el lugar
todos y pasábamos el día, con nuestros dineros. Unas veces en un
campo otras en la Vega, en La Sauceda, en Benaocaz...
Que sirva a modo de
homenaje, agradecido, a los aficionados Ceferino Cabezas y Adolfo
Villalba.
Buenos cantaores y buenas
personas, por su buen trato conmigo justo y amigable. En una época
que los niños éramos cero a la izquierda.
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