La ropa de nuestra
niñez.
Los
que nacimos sobre la mitad del siglo pasado no tuvimos una niñez tan
pésima como los nacidos diez o quince años antes, les estalló una
guerra incivil en plena lactancia, y a los otros nos tocó vivir la
posguerra, un poco distanciados.
Esto
unido a que por aquel entonces no había ropa propiamente para
niños/as. Pasábamos del batón – especie de bata muy larga con
encajes de adornos – a los pantalones cortos, tanto en invierno
como en verano, normalmente de tela de rayas longitudinales, unas
negras, grises y blancas, que después se conocía, tela gitana,
porque solían estos venderlas por las casas. Hoy día es la que
normalmente se hacen los pantalones para el traje campero, también
conocido por Traje Corto, muy usado por caballistas a la andaluza y
por toreros en festivales y tientas.
También
había quienes tenían un baby en verano con los calzoncillos de
muselina, tela de color blanco, un poco áspera, incluso quines
llevaba bragas de niñas que ya existían, cosa muy mal vista y
sospechosa de desviación sexual, téngase en cuenta que con la
dictadura venía la cultura militar y todo lo que no oliese a macho
era vituperado por la sociedad o tenía escaso valor, el caso de las
mujeres. más tarde llegaron los slip
En
mi caso solía vestir ropas de mis primos mayores, por parte materna
era de los más pequeños que vivían en Ubrique, luego pasaba a mi
hermano Federico, el mas pequeño como nació muy distanciado, ya
había cambiado el panorama un poco.
Por
parte de mi padres era el mayor de los nietos, esto ligado a que mi
madre sabía coser y mi tía Ana López era costurera de profesión,
de vez en cuando me hacían ropas que otros muchos no se podían
permitir.
Por
ejemplo, a raíz de cortar su relación con el novio que se iba a
casar, mi tía María me dio el paño para las enaguas de la mesa
camilla, grueso, azul marino y entre las dos costureras de la casa me
hicieron un abrigo, que me parecía más a un municipal pequeñito,
que a un niño. Pero había amigos que me envidiaban por ello.
Ya
con el Plan de Estabilización y los Planes de Desarrollo de los
ministros del Opus, España se fue desarrollando económicamente, en
nuestro pueblo todo lo que fabricaba se vendía, como me dijo una vez
José Sánchez Bazán, y se comenzó la industria de la confección
cambiando la vestimenta de forma muy extraordinaria, la España del
negro, del medio luto, aquellas señoras que con unos cincuenta años
se vestían de colores, grises y negros con el pañolillo en la
cabeza, cubriéndose cual musulmanas, pasaron al baúl de los
recuerdos, afortunadamente, mucho cuando comenzaron a venir las
turistas con aquellos vestidos desenfadados, multicolores y atrevidos
diseños, esto creo que fue determinante incluso para un régimen
político que hacía aguas por muchos flancos.
Una
anécdota demostrativa que protagonicé yo. Sobre 1960, tenía unos
10 años y estaba ayudando a meter arena desde la casa de mi abuela
al corral, iban a transformar la cuadra en un cuarto de baño, no se
como salió el tema de los bañadores, que casi nadie tenía,
solíamos bañarnos desnudos. Estaba también José Arenas Corrales,
por entonces novio de mi tía Ana, me dijo: ¿tú quieres un bañador?,
lógicamente le contesté que sí. Me dio una dirección, donde tenía
que ir a pedir uno que había prestado el año anterior a un amigote
(de lo más presumido del pueblo) y no lo devolvió.
Yo
con mi timidez me llegué, era la casa de una hermana y me dijo que
no sabía nada del bañador, que fuera cuando estuviera él, volvía
a ir y ya me lo pude traer. ¡Era de lana corinta!, con lo cual
cuando me lo ponía producía un calor insoportable, pero cuando me
metí en el agua y aquello se esponjó, pesaba tanto que al salir me
quede con el bañador por debajo de las rodillas, trabándose las
piernas y dejándome inmovilizado con mis vergüenzas expuestas al
personal, que reía de la situación y yo más avergonzado.
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