Pedro González “El capaó”había comprado un mulo,en Jimena de la Frontera. Lo llevó a La Loma, en Ubique, junto al Charco Mariana, tambien muy cercano a la desembocadura del Trasvase.
El mulo lo soltó cuando llegó en un cercado, donde se había cavado un hoyo profundo, para hacer un pozo.
Por la mañana buscan al animal y este no aparece. Miraron por las lindes cercanas, por si se había escapado y nada, ni rastro del mulo. Pensaron que el animal se escapó y su querencia le llevaría de nuevo a la finca desde donde procedía.
Como Pedro tenía por allí, un buen numero de vacas, cuando fuera de nuevo lo buscaría.
Pasaron unos días y su hijo Juan le dio por mirar al futuro pozo, encontrándose dentro al pobre animal muerto. Seguramente se quiso revolcar en la tierra movida del pozo y al girarse para rascarse el otro costado no vería el hueco y cayó, cuando lo vieron habían pasado varios días y nada pudieron hacer por el. Les era más fácil echarle la tierra encima y cavar otro hoyo, para el pozo y esto hicieron.
Como Pedro había encargado a un veterinario que comenzaran los trámites para poner el animal a su nombre -creyendo que estaba vivo y fugado- y su correspondiente guía - era como el NIF de los animales-. Escribió en un papel una nota para el veterinario donde le pedía que dejara los trámites parados por la muerte del animal.
Pepe, el hijo de Pedro, encontró al veterinario en el Casino, que era el lugar habitual de médicos, enfermeros, veterinarios y correores- mediadores en tratos- ventas y algún rico ocioso o jubilado.
Le entregó la nota y después de leerla, tomó papel y lápiz escribiendo lo siguiente:
Amigo Pedro González:
no me compres más petates
que te vas a ver
andando con alpargates.
Me mandastes a decir
que el mulo se había perdio
y ahora resulta qué
el mulo está, de gusanos comío.
Era Don Policarpo Becerra un hombre procedente de Benaocaz, bajito de estatura, ancho de esqueleto, pero no era grueso. Siempre con su traje puesto, de vestir correctamente elegante. Educado, tranquilo, al parecer esto era característica familiar, de trato agradable y ejercía en Ubrique de Vaterinario.
Con bastantes años se caso con una ubriqueña, Encarna Romero, hija de Juan Romero, que vivía en la calle Botica esquina a la Calle Los Solanos, un ganadero-agricultor que pudo dar carrera otro hijo que era Otorrino y vivía en Sevilla, y tenía otro muerto no hace muchos años casado con Mariangeles Janeiro y vivian en Ubrique en el chalet junto a la pila de la Esperanza, además tenía otra hija casada con uno de los hermanos Vilches, que vivian en la Salía del Lugar.
Este hobre vivió algunos años casados con Encarni, señora tambien muy educada y agradable y que enviudó pocos años despues porque el bueno de Policarpo no llegó a vivir la media de los españoles, pero a los que lo trataron no les dejó mal recuerdo.
1 comentario:
Buenos días,
Pertenezco a la familia Becerra, y después de hablar con mi abuelo que es el primo de Policarpo Becerra De los Santos, el Veterniario, la descripción hecha corresponde con él pero los datos de su matrimonio son los de mi tio abuelo Policarpo Becerra Del Puerto.
Puedo decirte, según los datos que me ha facilitado mi abuelo, que el Veterinario se caso con Rosario Zarcos, también ubriqueña.
Un saludo,
Aida L. Becerra
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