Juan Gallego a la izquierda y el representante de Hermanos Mateos Coronil |
CUADROS CON HISTORIA
A
Juan lo conozco desde hace tiempo, era compañero de mili de mi
segundo hermano, luego coincidimos en la Unión Sindical Obrera.
Él
era delegado de personal en la empresa de La Viuda de Castro, también
era del grupo dirigente de USO Y CLAT, del que yo era el secretario
general, por tanto tuvimos muchas reuniones, convenios colectivos,
discusiones, enfados, pero siempre solía encontrar la nota
humorística que distendía el ambiente.
Por
esto lo llamé cuando estaba formando el equípo para hacer la
Cartera Récord Guinness, también porque se que estaba parado y que
el paro come mucho la moral. Había sido modelista y trabajador de la
mesa.
En
los años malos de la piel y muy boyantes de la construcción, se fue
a la Costa del Sol en busca de trabajo, también me invitó a mí,
pero en aquel momento yo tenía un buen trabajo de patronista y
modelista, bien pagado, el mejor contrato de mi vida y no era
cuestión de dejarlo.
Al
comienzo era peón y se preparó de gruista, trabajando en varias
obras hasta que quedó de baja por ciática.
Sabía
que en un equipo donde todos los de mesa, habíamos hecho de
patronistas y/o modelistas y casi todos de jefe de taller o de
personal, o sea que tienen costumbre de mandar y eso imprime
carácter. Se podían presentarse situaciones de discusión ante
faenas, o más bien de que forma hacerlas.
Efectivamente
se presentaron, no es lo mismo hacer una tarea, que una pieza
descomunal que tienes que ir inventando sobre la marcha faenas
nuevas, lo sometía a debate, razones a favor y en contra y si no
llegábamos a consenso, dejaba pasar un tiempo, para pensar y
determinaba qué hacer y por qué. Cosa que explicaba a todos y
“pálante”
A
continuación le pinchaba un poco al amigo Juan y el que no necesita
nadie que le de las palmas, pues un rato de distensión y a otra
faena. En los equipos humanos se necesitan personas como él, capaces
de reírse de sí mismo, de su sombra y extenderlo a los demás.
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CUADROS CON HISTORIA
ALMACEN DE PIELES
HERMANOS MATEOS CORONIL
Desde
pequeño conocí como trabajadores del banco a Manolo y Francisco,
luego comenzaron a vender pieles en la calle Magdalena, con Antoñin
(que fue compañero de colegio) al frente de la venta, yo era uno de
los niño que me enviaban desde los Hnos. Ramos Jaén a por Flexol.
Aquellos pesados paquetes de pieles.
Más
tarde Manolo y Francisco se salen del banco y -supongo que dado el
poco espíritu emprendedor reinante-, escuchaba comentar que era de
locos, dejar un puesto en el banco- crean una empresa en el Prado,
Manufacturas Briq, que en su momento fue la única empresa que se
montó de una vez, no poco apoco según se pudiera, que era lo
habitual, con edificio propio que aun se conserva.
Tuvo
una vida de unos años donde hubo una buena plantilla, entorno a los
70 trabajadores, que exportaron en gran cantidad artículos de piel,
a diversos países.
En la
década de los 80 fue una de tantas que cerraron, convirtiendo el
taller, en su parte baja en un almacén de venta de pieles. Se
trajeron el que tenían en ese tiempo en la calle Botica y terminó
en el local de la fabrica.
En la
confección de la Cartera Récord Ginness lo más costoso era la mano
de obra, pero como la hicimos entre parados y jubilados de manera
altruista, pues el siguiente gasto era la piel, por necesitarse en
torno a los 500 pies, pues estos señores lo aportaron y es de
agradecer.
El de
la derecha es un hijo de Antoñin, que al igual que otros
descendientes continúan el trabajo de sus padres.
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