lunes, 16 de agosto de 2010

La vaca Mariana y los ubriqueños

He conocido en estos días en Manilva a Bartolo, me lo presentó mi cuñado José Domínguez, me dijo que se había criado en Los Poyetes del Toledo. Que hace unos años se vino, que había sido empresario subcontratista de la piel, y que se tuvo que venir por ruina económica, después de mucho trabajar.

Ahora se dedicaba a la venta de carnes y que seguía un dicho judío que dice: "venderás y comprarás, pero no fabricarás". A continuación me dijo que hacía unos dos meses que le dio un infarto agudo, pero que tuvo la fortuna de encontrase presente un médico, y al parecer le salvó la vida. Me invitó a ir con mi cuñado a su finca que había arrendado para criar vacas. Pensé ¿esto? !es fabricar carnes¡.

Ya me fui enterando de que tenía una vaca que le llamaba Judía-  por lo mala que era- .De pequeño decirte judío era un insulto, sinónimo de maldad, por ser los causantes de la muerte de Jesús. Así se las gastaba el personal.
Que dicha vaca tenía un becerrillo que había de ponerle esos distintivos color naranja, que se llaman crotal, que les grapan en las orejas, y son su DNI.Que les estaba dando mucha guerra para cogerlo, porque la madre lo ocultaba y en vez de quedarse por los alrededores se iba a pastar al cerro siguiente y él buscaba el becerro pero claro lo tenía siempre retirado para que no fuese encontrado, el instinto materno-salvaje.

Pero lo que más me impresionó era la obsecasión de la vaca Mariana por salirse de la finca a comer a unos aguacates,  que además le quedan en una linde lejana. El guarda de la finca la persiguió, al parecer con su coche, y en vez de reingresarla en la finca procedente, la envió a otra en el lado contrario.
La vaca seguía comiendo aguacates y entonces busco a un cazador para dispararle en el trasero unos cartuchos de sal, la vaca salió huyendo despavorida del descozor de sal y dijeron que esto la escarmentaría. Al día siguiente otra vez estaba en los aguacates, esta vez fue el cazador con cartuchos de perdigones  y desde cierta lejanía para que le doliera pero no la hiriera, le disparó tres perdigonadas y salió más rápida aun que la vez anterior, Creyeron que esta vez sí.
Otra vez "la burra al trigo". Buscó esta vez a tres caballistas para que la persiguieran y la devolvieran a su finca, pero la vaca puñetera, más lista que el hambre se escaba entre un seto de cipreses, que ponen a modo de muro protector, contra el levante. La señora dobla la cabeza poniendo un cuerno por delante y el otro para detrás y así se estrecha y pasa mientras que los caballistas hacen más bulto, con la montura y las piernas y mientras salen y dan la vuelta hasta donde se perdió la vaca, esta desaparece y no hay manera de verla.
Pues lo dejamos para mañana que hoy es casi noche y traemos perros y un caballista más, resultado que la vaca se dirigió al seto y se escabulló delante de sus narices y no pudieron encontrarla.

Ya estaba Bartolo casi resignado a dispararle para matarla, antes que produjera más daño en los aguacates, y las correspondientes indemnizaciones, ese día iba solo con mi cuñado y le llama la atención a mi  que pasando junto la valla hubiese un enorme agujero entre los cipreses. Buscaron y a poco se encuentran a la vaca Mariana, con su becerro y le dice Bartolo a mi cuñado que si es capaz de llevarlas hacia arriba por detrás y el con el coche por delante por si se desviaba.
Téngase en cuenta que a mi cuñado le falta en una pierna desde poco más bajo de la rodilla y el otro es infartado agudo y que la provincia de Málaga es la más montñosa de España.
Mi cuñado por saber de la cosa y además por su impedimento físico, la fue subiendo lentamente sin meter prisas, por arriba llega Bartolo con un pienso que les gusta mucho a este ganado, y le fue sirviendo poco a poco de tramo en tramo hasta meter al becerro y su puñetera madre en el corral. Allí la metieron en una especie de manga y le colocaron una esquila para que la pudieran localizar por el oído cuando se esconda.
Una vez terminada la faena llama al encargado de la finca de los aguacates que ya les había advertido que "dos inválidos nunca serian capaces de  llevarse la vaca de su finca". El hombre cuando le dió la noticia no se lo podía creer.
Entonces observando a la vaca con la esquila puesta y cabizbaja, con gesto de derrota, de reconocimiento de que le habían podido en la pugna, le dice Bartolo: "tú no sabías que te enfrentabas a dos ubriqueños".

1 comentario:

Pedro dijo...

Muy interesante. Tienen los ubriqueños que salir del pueblo para que le reconozcan lo que valen.