Fondo de las finquitas, Tavizna |
Esto que hoy día a muchas jóvenes les parecerá una rareza, era lo normal en la cultura agraria, hasta no mucho y en la cultura urbanita, como referente siempre más avanzado y menos conservador, en lo ideológico, hace menos, que dejó practicamente de existir. Salvo aquellos cavernícolas que ya desesperados de no poder con esta nueva situación, por su "educación" machista, cometen la injusticia de maltratar y demasiadas veces, hasta matar a su pareja. Los menos se suicidan (que es lo mejor que pueden hacer). Otros lo intentan, pero poquito, otra parte se entrega, y los arrematadamente imbéciles tratan de huir... De ellos no. Todo menos cambiar, utilizar la cabeza (para algo más que llevar la boina) adaptarse a un nuevo pensamiento y vida más justa, que sería lo humanamente lógico.
Desde muy pequeña tuvo la desgracia de tener que ejercer de madre de familia. Contando con 6 años, su madre abortó, estando en cama muy mal, bastante tiempo, siempre tuvo una mala salud de hierro. Llegó a los 95 años.
A tan temprana edad era lo común estar ya trabajando, pero sin responsabilidades tan enormes. Se hizo cargo, de la comida, cuando escaseaba de todo y el lavado. Lavado que había que llevar toda la ropa al río más cercano y allí en la panera, con jabón hecho a base de grasa y sosa cáustica, frota que te frota hasta que la mugre iba desapareciendo, porque al haber poca prendas por personas, se tardaba mucho en lavarlas, cuando se hacia estaban verdaderamente sucias.
La niña Isabel se vio en su casa con su hermano sin apenas vivieres en la despensa, la madre y el padre fueron al pueblo para abortar y allí tuvieron que quedarse por unos días, hasta que la madre se recuperara.
Y desde entonces además de los pavos, las faenas de la casa y cuando había de cogerse la cosecha de garbanzos, que es de noche, con rocío y con luna llena, pues Isabel se cogía unos calcetines ya en desuso, para protegerse las manos a modo de guantes, y siempre al final terminaba con las manos heridas, de los tallos de los garbanzos, por estar rígidos y punzantes de la escarcha. Y a lo peor al llegar a casa había que ir a lavar al río.O cuando había que aventar la palva en la era, para separar el trigo de la paja, allí estaba la niña, como un adulto más.
Los hombres nunca ayudaban a la casa, era cosa de mujeres, los educaban para ser los dueños y señores e inútiles totales para las cosas domesticas. O cuando tocaba la aceituna era otra más. O criar y guardar los pavos, los cerdos y todo lo que podía hacer cualquier adulto.
La única escuela que tuvieron su hermano y ella, era una persona que iba por allí en días alternos y les enseñaba algo de lo que conocía, que no debería ser mucho. Pero cuando a Isabel le cogía por aquellos cerros con los pavos, cerdos, o lo que tocara, ese día perdía la clase. Téngase en cuenta que el pensamiento dominante era que las mujeres con saber firmar y poco más, para que querían más, si de todas maneras se casarían y serian alimentadas por los maridos.
El trabajo doméstico no se valoraba por ser exclusivo de la mujer. En cambio el varón sí debía de aprender lo mínimo para ganarse la vida. Perpetuando de esta manera la dependencia con respecto al varón, que además sería reforzada por las leyes, una vez impuesta la dictadura, frenando lo que pudo ser un avance social, por la estupidez y odios de unos contra otros y los otros contra los unos.
En el periodo de la guerra civil toda la familia se juntaron en la finca del abuelo, que era donde más lejos de la "civilización" estarían. Ocultaron todo lo que pudieron de los alimentos que llevaron cada uno de los tíos con sus respectivas familia. Y los hombres se hacían lo menos visible que podían durante los días, porque sabían como los estaban asesinando o movilizando para la guerra. El padre era muy de derechas.
Como temían quedarse sin las propiedades, que en muchos casos mataron a dueños para robar su finca, a veces la derecha, otras la izquierda y otras vulgares asesinos que se apuntaban al bando ganador. La madre de Isabel tomó sus dos hijos y se encaminó a su casa con algo de alimentos. Y entre los bártulos llevaba un jamón escondido. Aunque arriesgado, era una forma de cuidar su propiedad.
Una vez instalados llegaron dos a caballo, buscando alimentos para confiscarlos, también en nombre de unos o de otros. La madre conoció que uno de ellos era un antiguo trabajador de su padre, que estuvo allí muchos años con él, y que al parecer el dueño se portaba con los trabajadores bastante bien en salario, trato y alimentos, que entonces lo normal era comer y dormir en los ranchos y ir a casa cada dos semanas, cuando se cobraba la "quincena".
La madre le enseñó los escasos alimentos que tenía, pero no el jamón. Compartió lo menor con ellos. El otro señor quizo registrar la casa, pero el antiguo trabajador, le dijo que se fiaba de ella y que deberían irse.
También pasaron por allí los moros, pero afortunadamente no llegaron a su casa, seguramente avistarían mejores botines en otros lugares, normalmente eran pueblos donde asaltaban y saqueaban.
A todo esto Isabel la iba inciando su madre en labores como hacer ojales, remiendos y punto cruz, mientras guardaba animales, por aquellos montes. Más tarde aprendió a cortar y confeccionar ropa interior y camisas.
Hasta que se casa con 19 años y se va a vivir al Gastor, luego Setenil de las Bodegas, Ronda y Ubrique donde llegó con tres hijos, varón, niña y varón.
Los hombres de la época solian ser los dueños del dinero, y cuando tocaba alguno tacaño, las mujeres lo pasaban muy mal, y los hijos.
Para el marido siempre la cosa estaba mal y siempre estaba escasa de dinero, hasta tal punto que llegó una feria y no tenía nada que ponerle a su hijo mayor. Tomó un patalón viejo del esposo y por la zona que estaban mejor, le fue cortando a base de moldes de papel un trajecito para el niño. Y de una toalla de piqué le confecionó uan camisa. Alla iba con sus hijos a la fería y el Rafalito con su traje "nuevo" como un pincel.
Cuando lo terminó quedó muy contenta del resultado y desde entonces también se atrevía con los trajes y todo lo que le hecharan.
El padre a base de rascar dinero del presupuesto familiar se hizo de una casa en las afueras del pueblo, con garaje y con un saloncito, que pudo alquilar más tarde para un bar, que aun sigue abierto. Y una finquita rural, que después fue incrementada con otro terreno lindante comprado por su hija y yerno.
Que gracias a esto aunque trabajando mucho Isabel se las apañaba, para coger abastecimiento hotofruticolas, para el año. Consiguiendo sin apenas dinero, vivir de lo que producía el terreno
Los hijos se fueron casando y uno se fue al extranjero, la hija era responsable de zona de una multinacional de la cosmética y el pequeño era autónomo con un contrato oficial, que vivían medianamente bien.
Pero siempre contando con el apoyo de la madre. El mayor enfermó y tuvo un accidente en Alemania, la madre salió en ayuda, incluso pagó y acompañó a su nuera para solucionar trámites burocráticos para cobro de pensión, mientras tanto era la madre quién ayudaba a la manutención de la familia del hijo, que ya contaba con dos descendientes.
La hija como responsable de zona tenía que viajar, con dos hijos en su haber y el padre trabajando fuera, la abuela se hizo cargo de la comida y demás, hasta que la hija quedó embarazada por tercera vez, algunos años después, y la despidieron de la empresa.
El tercer hijo trabajaba también la esposa y él, con hija pequeña que la abuela se hizo cargode ella.
Isabel Fuentes, viña manilveña de fondo |
Muere la madre de Isabel a la que estaba dedicada todo el día. por quedar incapacitada para vivir atonómamente. Quedando mucho tiempo libre para hacer cosas que le hubiesen gustado de aprender de joven. Pero ella que había vivido aquella forma de sentirse las mujeres marginadas de muchos ámbitos, lo tenía tan asumido que cría que no servía para nada. Esto también reforzado por el esposo que cuando decía que haría tal cosa, lo primero que decía: si tu no sabes nada, vas ha hacer el ridículo, con lo vieja que eres dónde vas, se van a reír de ti....
Maribel, su hija, tomó algunas labores de las que hacía su madre y las llevó al Hogar del Jubilado, para enseñarlas y recabar opinión de qué podía hacer la madre allí. Esto dio pie a que comenzara ha hacer pinturas en tela y vidrio, manualidades varias y patchwork, de muy difícil elaboración por su complejidad, amplitud y tiempo necesario para realizarlo.
Demostrando que además de no hacer el ridículo, era capaz de cosas como gimnasia, que le mejoró bastante su funcionalidad corporal y mental, como el resto de trabajos que fue acumulando o bien en su casa o en la de nietos e hija.
Además de todo esto esta señora tuvo un infarto cerebral, que le afectó más que nada el habla, que gracias a la naturaleza femenina y a su capacidad innata, de superar obstáculos, quedó casi en el olvido.
Hoy día es la cocinera "oficial" de la familia de la hija, sobre todo en la cocina tradicional que es lo que conoció desde muy pequeña.
La he podido conocer y colaborar en muchas cosas del campo, además por tener una magnifica relación casi materno-fiial con mi esposa, y he aprendido bastantes cosas de ella, que además siempre me sugiere cosas que no puede hacer o no se atreve a decírselo a nietos o yerno. Creo que se debe sobre todo por su pasado educacional.
Otra característica de esta señora es que no suele tirar nada que le pueda sacar partido, y sobre todo en alimentación, que las nuevas generaciones tienen bien poco cuidado en aprovechar, esto la pone mala, supongo que de las vivencias de escasez y por saber lo duro que es sembrarlo, recogerlos y transformarlos, y las satisfacciones que da.
Ella había visto desde pequeña que cuando había uva de sobra, la restregaban sobre una superficie plana de corcha, de forma que estaba inclinada para que el zumo cayese sobre un recipiente y hacía vino, este se bebía hasta que ya pasado un tiempo, y por ser totalmente natural se agriaba, y así obtenian vinagre.
Otras veces cuando la cosecha de brevas, granadas o cualquier otra fruta con zumo, era más grande de lo que podian comer, ponían una criba sobre un baño de cinc y las iba prensando para que el zumo se recogiera en el baño, se pasaba a botellas o tarros y despues se hacía vinagre.Era una economía de supervivencia y abastecimiento integral, o casi.Esto era una familia propietaria de la tierra. ¿Como sería la de los jornaleros?.
Creo que Isabel es una de esa heroinas anónimas, que sin grandes estridencias ni alaracas, han desempeñado una labor en beneficio de su familia, la madre que cualquiera le hubiera gustado tener, y que afortunadamente muchos han disfrutado.
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